martes, 12 de febrero de 2013

Drop Box




Celebracion Diocesana del Dia Mundial del Enfermo. Con gran gozo hemos celebrado hoy en la Parroquia de Almonte la Jornada Mundial del Enfermo, a las benditas plantas de la Santisima Virgen del Rocio. La Eucaristia y Uncion de enfermos ha sido presidida por nuestro Obispo Don Jose, con la presencia de nuestro muy querido Obispo emerito Don Ignacio. La celebracion, intensa en lo espiritual ha estado cargada de bellos momentos con los enfermos. Decir que esta celebracion tiene lugar por primera vez fuera de Huelva capital, en concreto en esta parroquia de Almonte con motivo de la celebracion del Año Jubilar Rociero, con el objeto de que nuestros enfermos y agentes de pastoral de la Salud pudieran ganar el Jubileo. Al inicio de la Ceremonia, nuestro Obispo D. Jose tuvo palabras de gran afecto a nuestro Santo Padre Benedicto XVI, quien esta mañana daba a conocer su decision de abandonar su cargo como sucesor de Pedro el proximo dia 28 de Febrero. Desde estas humildes paginas nos unimos en el amor incondicional a Su Santidad por el gran amor con que ha ejercido su ministerio petrino, y gobernado el timon de la Barca de la Iglesia. Laus Deo.

domingo, 10 de febrero de 2013

11 DE FEBRERO. Jornada Mundial del Enfermo

El proximo lunes, 11 de ferero, la Iglesia Universal celebra, coincidiendo con la festividad liturgica de Ntra. Sra. de Lourdes, la JORNADA MUNDIAL DEL ENFERMO.

En nuestra Diocesis, esta celebracion tendra lugar en ALMONTE, a las benditas plantas de la Santisima Virgen del Rocio, a las 17.00h y presididos por nuestro Obispo D. Jose Vilaplana.
En ella celebraremos la Eucaristia y la Uncion de los enfermos que hasta alli se desplacen. Invitamos a toda la Diocesis a participar de este moneto de gracia entorno al Señor y la Santisima Virgen del ROCIO, en su ano Jubilar.

Posted by Picasa

miércoles, 6 de febrero de 2013

"Anda y haz tu lo mismo. Lc. 10,37

Anda, y haz tu lo mismo. Lc, 10, 37  Es el enlace de la presentacion que resume el mensaje del Santo Padre para la Jornada Mundial del Enfermo de este Año. Espero que os guste.

sábado, 2 de febrero de 2013

Jornada Mundial del Enfermo 2013

Aqui os dejo el enlace a la pagina de la Conferencia Episcopal de la Jornada Mundial del Enfermo 2013. En ella podeis encontrar de momento el mensaje del Santo Padre, la Oracion y el cartel. En proximas fechas cargaran mas materiales.

Jornada Mundial del Enfermo 2013

lunes, 21 de enero de 2013

Mensaje deS.S. Benedicto XVI para la Jornada del enfermo 2013

Por su sencillez y profundidad, os recomiendo que lo leais. Asi vamos calentando motores acercandonos al dia del enfermo de este año tan especial, que para nosotros en nuestra diocesis de Huelva revestira un caracter aun mas especial, pues lo celebraremos a los pies de la Blanca Paloma, en Almonte.


MENSAJE DEL SANTO PADRE CON OCASIÓN DE LA
XXI JORNADA MUNDIAL DEL ENFERMO
(11 de febrero de 2013)

«Anda y haz tú lo mismo» (Lc 10,37)

Queridos hermanos y hermanas

1. El 11 de febrero de 2013, memoria litúrgica de la Bienaventurada Virgen María de Lourdes, en el Santuario mariano de Altötting, se celebrará solemnemente la XXI Jornada Mundial del Enfermo. Esta Jornada representa para todos los enfermos, agentes sanitarios, fieles cristianos y para todas la personas de buena voluntad, «un momento fuerte de oración, participación y ofrecimiento del sufrimiento para el bien de la Iglesia, así como de invitación a todos para que reconozcan en el rostro del hermano enfermo el santo rostro de Cristo que, sufriendo, muriendo y resucitando, realizó la salvación de la humanidad» (JUAN PABLO II, Carta por la que se instituía la Jornada Mundial del Enfermo, 13 mayo 1992, 3). En esta ocasión, me siento especialmente cercano a cada uno de vosotros, queridos enfermos, que, en los centros de salud y de asistencia, o también en casa, vivís un difícil momento de prueba a causa de la enfermedad y el sufrimiento. Que lleguen a todos las palabras llenas de aliento pronunciadas por los Padres del Concilio Ecuménico Vaticano II: «No estáis… ni abandonados ni inútiles; sois los llamados por Cristo, su viva y transparente imagen» (Mensaje a los enfermos, a todos los que sufren).

2. Para acompañaros en la peregrinación espiritual que desde Lourdes, lugar y símbolo de esperanza y gracia, nos conduce hacia el Santuario de Altötting, quisiera proponer a vuestra consideración la figura emblemática del Buen Samaritano (cf. Lc 10,25-37). La parábola evangélica narrada por san Lucas forma parte de una serie de imágenes y narraciones extraídas de la vida cotidiana, con las que Jesús nos enseña el amor profundo de Dios por todo ser humano, especialmente cuando experimenta la enfermedad y el dolor. Pero además, con las palabras finales de la parábola del Buen Samaritano, «Anda y haz tú lo mismo» (Lc 10,37), el Señor nos señala cuál es la actitud que todo discípulo suyo ha de tener hacia los demás, especialmente hacia los que están necesitados de atención. Se trata por tanto de extraer del amor infinito de Dios, a través de una intensa relación con él en la oración, la fuerza para vivir cada día como el Buen Samaritano, con una atención concreta hacia quien está herido en el cuerpo y el espíritu, hacia quien pide ayuda, aunque sea un desconocido y no tenga recursos. Esto no sólo vale para los agentes pastorales y sanitarios, sino para todos, también para el mismo enfermo, que puede vivir su propia condición en una perspectiva de fe: «Lo que cura al hombre no es esquivar el sufrimiento y huir ante el dolor, sino la capacidad de aceptar la tribulación, madurar en ella y encontrar en ella un sentido mediante la unión con Cristo, que ha sufrido con amor infinito» (Enc. Spe salvi, 37).

3. Varios Padres de la Iglesia han visto en la figura del Buen Samaritano al mismo Jesús, y en el hombre caído en manos de los ladrones a Adán, a la humanidad perdida y herida por el propio pecado (cf. ORÍGENES, Homilía sobre el Evangelio de Lucas XXXIV, 1-9; AMBROSIO, Comentario al Evangelio de san Lucas, 71-84; AGUSTÍN, Sermón 171). Jesús es el Hijo de Dios, que hace presente el amor del Padre, amor fiel, eterno, sin barreras ni límites. Pero Jesús es también aquel que «se despoja» de su «vestidura divina», que se rebaja de su «condición» divina, para asumir la forma humana (Flp 2,6-8) y acercarse al
dolor del hombre, hasta bajar a los infiernos, como recitamos en el Credo, y llevar esperanza y luz. Él no retiene con avidez el ser igual a Dios (cf. Flp 6,6), sino que se inclina, lleno de misericordia, sobre el abismo del sufrimiento humano, para derramar el aceite del consuelo y el vino de la esperanza.

4. El Año de la fe que estamos viviendo constituye una ocasión propicia para intensificar la diaconía de la caridad en nuestras comunidades eclesiales, para ser cada uno buen samaritano del otro, del que está a nuestro lado. En este sentido, y para que nos sirvan de ejemplo y de estímulo, quisiera llamar la atención sobre algunas de las muchas figuras que en la historia de la Iglesia han ayudado a las personas enfermas a valorar el sufrimiento desde el punto de vista humano y espiritual. Santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz, «experta en la scientia amoris» (JUAN PABLO II, Carta ap. Novo Millennio ineunte, 42), supo vivir «en profunda unión a la Pasión de Jesús» la enfermedad que «la llevaría a la muerte en medio de grandes sufrimientos» (Audiencia general, 6 abril 2011). El venerable Luigi Novarese, del que muchos conservan todavía hoy un vivo recuerdo, advirtió de manera particular en el ejercicio de su ministerio la importancia de la oración por y con los enfermos y los que sufren, a los que acompañaba con frecuencia a los santuarios marianos, de modo especial a la gruta de Lourdes. Movido por la caridad hacia el prójimo, Raúl Follereau dedicó su vida al cuidado de las personas afectadas por el morbo de Hansen, hasta en los lugares más remotos del planeta, promoviendo entre otras cosas la Jornada Mundial contra la lepra. La beata Teresa de Calcuta comenzaba siempre el día encontrando a Jesús en la Eucaristía, saliendo después por las calles con el rosario en la mano para encontrar y servir al Señor presente en los que sufren, especialmente en los que «no son queridos, ni amados, ni atendidos». También santa Ana Schäffer de Mindelstetten supo unir de modo ejemplar sus propios sufrimientos a los de Cristo: «La habitación de la enferma se transformó en una celda conventual, y
el sufrimiento en servicio misionero… Fortificada por la comunión cotidiana se convirtió en una intercesora infatigable en la oración, y un espejo del amor de Dios para muchas personas en búsqueda de consejo» (Homilía para la canonización, 21 octubre 2012). En el evangelio destaca la figura de la Bienaventurada Virgen María, que siguió al Hijo sufriente hasta el supremo sacrifico en el Gólgota. No perdió nunca la esperanza en la victoria de Dios sobre el mal, el dolor y la muerte, y supo acoger con el mismo abrazo de fe y amor al Hijo de Dios nacido en la gruta de Belén y muerto en la cruz. Su firme confianza en la potencia divina se vio iluminada por la resurrección de Cristo, que ofrece esperanza a quien se encuentra en el sufrimiento y renueva la certeza de la cercanía y el consuelo del Señor.

5. Quisiera por último dirigir una palabra de profundo reconocimiento y de ánimo a las instituciones sanitarias católicas y a la misma sociedad civil, a las diócesis, las comunidades cristianas, las asociaciones de agentes sanitarios y de voluntarios. Que en todos crezca la conciencia de que «en la aceptación amorosa y generosa de toda vida humana, sobre todo si es débil o enferma, la Iglesia vive hoy un momento fundamental de su misión» (JUAN PABLO II, Exhort. ap. postsinodal Christifideles laici, 38).

Confío esta XXI Jornada Mundial del Enfermo a la intercesión de la Santísima Virgen María de las Gracias, venerada en Altötting, para que acompañe siempre a la humanidad que sufre, en búsqueda de alivio y de firme esperanza, que ayude a todos los que participan en el apostolado de la misericordia a ser buenos samaritanos para sus hermanos y hermanas que padecen la enfermedad y el sufrimiento, a la vez que imparto de todo corazón la Bendición Apostólica.
Vaticano, 2 de enero de 2013
BENEDICTUS PP XVI


martes, 8 de enero de 2013

Feliz año de la Fe 2013 a todos. Para ir entrando en el tema de este año, que es El Buen Samaritano, os comparto este video de la peregrinacion de enfermos de la Hospitalidad de Lourdes de Madrid. Disfrutadlo.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Enfermar cristianamente


Del blog de Religion en libertad de D. Javier Sanchez

Cristianamente, la enfermedad
 
La enfermedad, vivida con Cristo, tiene un valor eclesial, es decir, infunde un aliento sobrenatural de vida a toda la Iglesia. Un enfermo, viviendo en la fe, siente la cercanía compasiva del Señor y, con Cristo a su lado, la enfermedad se convierte en un cauce de vida para la Iglesia. Es verdad que tal vez el enfermo ya no puede acercarse a su parroquia, ni participar habitualmente en la Misa dominical, ni desarrollar sus tareas o apostolados como antes. Pero en absoluto significa que está al margen de la vida de la Iglesia; más bien está en su centro.
 
El enfermo, miembro del Cuerpo místico de Cristo, pone su enfermedad por la Iglesia, ofrecida, entregada, y así realiza un apostolado diferente, el apostolado del dolor, que es fecundo como fecundo fue el sacrificio de Cristo.
 
"Es en vosotros, sobre todo, hermanos y hermanas en Cristo Jesús, donde la Iglesia ve la fuente y los artífices por excelencia de su fuerza divina que se esconda en ella" (Juan Pablo II, Hom. para los enfermos y discapacitados, La Haya (Países Bajos), 13-mayo-1985).
 
Un enfermo no es un inútil, sino un apóstol con un apostolado ahora nuevo, invisible, pero eficaz, en la Comunión de los santos.
 
Y además del valor eclesial que puede adquirir la enfermedad, hallamos también un valor redentor. Lo que se ofrece a Dios es fecundo, no cae en saco roto. Un enfermo es aquel grano de trigo que se pudre y que da una espiga. Es unido, asociado, al mismo Redentor:
 
 
"El único modo para compartir la gloriosa victoria de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte es estar unidos con él en su Pasión. La Muerte y la Resurrección de Cristo son las que nos muestran el significado del sufrimiento humano. Los creyentes que sufren en unión con Cristo y se confían a él contribuyen a hacer conocer a los demás su salvación" (Juan Pablo II, Hom. en la bendición de los enfermos, Boroko (Papúa Nueva Guinea), 18-enero-1995).
 
La Iglesia, siguiendo lo que ve en su Señor y movida por la caridad sobrenatural, siempre ha estado cerca de los enfermos para cuidarlos, atenderlos, curarlos cuando es posible, iluminar y evangelizar su enfermedad mostrando su sentido y el amor redentor de Cristo.
 
Toda pastoral auténtica, que merezca ese nombre, cuida con amor de especial delicadeza, a los enfermos de una parroquia o de una comunidad cristiana cual verdadera "opción por los pobres", sólo que ésta es callada, discreta, amable, sin panfletos ni manifiestos.
 
"La Iglesia, nacida del misterio de la pasión de Cristo, es consciente de que el primer camino para el encuentro con el hombre es el del sufrimiento; en efecto, cada persona, en su peregrinación terrena, de un modo o de otro, se enfrenta a la realidad del dolor. Acercándose al hombre que sufre y proclamando la bienaventuranza de la pobreza en el espíritu, la Iglesia se hace cauce de la consolación que viene de Dios. Esta consolación constituye el corazón del anuncio y el fundamento de la esperanza" (Juan Pablo II, Hom., 11-febrero-1992).